martes, 5 de enero de 2010

El videojuego como arte




De un tiempo a esta parte parece existir una imperiosa necesidad por parte de ciertos sectores del videojuego para vincular este con el arte en una búsqueda de cierto prestigio para con el medio. ¿Pero qué podemos entender como arte en el videojuego?

Quizás a día de hoy el titulo que se sostiene por bandera como juego artístico sea Braid. Su fusión entre un argumento inaudito desarrollado a partir de textos al estilo de Italo Calvino, su estética propia del impresionismo y una vuelta de tuerca a la jugabilidad basada en saltos de Super Mario con las modificaciones en el tiempo. Si analizamos todo estos elementos artísticos dentro del juego parece que esto por fuerza ha de hacerlo arte, a pesar de la dudosa calidad de sus textos sin ir mas lejos, pero esto no es así. En todo nuevo arte debe primar su elemento mas característico, algo que de consistencia y solo pueda aportar de ese modo único hasta ese momento ese arte y bajo este prisma, el videojuego solo puede revolucionar por su jugabilidad. Si buscamos algo artístico en el videojuego, hagamos caso a lo que su propio nombre indica, a la jugabilidad.

Así si Braid tiene algo de arte no serán las referencias estéticas a tal o cual escuela de arte sino su perfectamente implementado control del tiempo. La literatura o la pintura, elementos que también están presentes en Braid como ya dijimos, no dejan de ser meros accesorios que deberían estar supeditados a lo verdaderamente artístico en el medio, la jugabilidad. Se han denominado a juegos artísticos a Okami, por su estética de ukiyo-e, o a Lost Odyssey, por su narración del pasado del protagonista a base de relatos cortos, pero esto solo supone el añadir un elemento artístico dentro del juego; siguen siendo igual de poco revolucionarios y artísticos como pueden ser un Zelda o un Final Fantasy primigenios.

Por otra parte, si buscamos la jugabilidad como arte encontramos pequeñas piezas que merecerían ser exhibidas como tal ya en esta generación, tanto con elementos de otras artes en ellos como sin ellos. Por ejemplo tanto Bayonetta como Muramasa: The Demon Blade tienen una jugabilidad mimada y desarrollada en extremo llegando a ser dos exponentes determinantes de su genero. Sin embargo, mientras el primero se mueve siempre en la cultura pop, la referencia kitsch y el delirio calenturiento nipon el segundo se basa en una estética preciosista que lo hace parecer un cuadro de arte clásico japones. Obviamente, uno tiene mas elementos artísticos que otro pero como arte, como videojuegos como arte, ambos son arte por igual. Los elementos artísticos de otras disciplinas no hacen arte, solo referencialidad.

Sin embargo una y otra vez nos encontramos con las vindicaciones con la necesidad de hacer a los juegos mas adultos, desarrollar mas sus guiones, basar su estética en escuelas de pintura, que mejoren la calidad de las cinemáticas, en definitiva, que sean mas artísticos pero que sean menos arte. Esta reivindicación de acercarse a otras artes solo perjudica al videojuego no permitiendole desarrollarse y crear su propia historia y estilo, cosa que no quita para que también pueda y deba reflejarse en otras artes, claro esta. Si tanto ansiamos que el videojuego sea arte y madure debemos dejar hacerlo a su estilo y, sobretodo, teniendo una cosa clara: ni su guion, ni sus cinemáticas, ni su estética lo hace arte, solo lo hace su jugabilidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario